Jean Sulpice, when cycling meets starred kitchen

Para un cocinero, el calor es algo muy importante. Y también la llama. Esta controla la cocción y confiere una textura y un sabor único a cada plato. Pero también es un sentimiento, una pasión, un fuego sagrado y primordial que despierta las emociones más primitivas. Es una llamada ancestral que lo guía en sus creaciones. Precisamente por eso, la llama, y en particular el calor, son elementos indispensables para un cocinero.

Hombres del fuego, los chefs, que han hecho de las llamas un oficio, un arte.

Hombre del fuego, Jean Sulpice, que ha hecho de la llama una expresión de la libertad y de la cocina un hogar.

Hombre del fuego, Chef Sulpice, que hace del llamado «coup de feu» —momento en el que los clientes llegan todos a la vez— una chispa con la que ponerse en marcha en los fogones en busca de una propuesta culinaria dominada por el refinamiento y una elegante armonía.

Máximas prestaciones a máximas temperaturas, para Chef Sulpice un estilo de vida incluso más que una profesión. Si frente a los fogones es donde el Chef expresa su creatividad, sobre la bici es donde la regenera para representar la que es su filosofía: una cocina para la naturaleza.

Para Chef Sulpice, la bici complementa su amor por la cocina. Se trata de dos pasiones que asocia de este modo:

«Lo fantástico del ciclismo es la posibilidad de practicar un deporte en un entorno natural —que te lleva a la cima de una colina— y poder seguir el ritmo de las estaciones. Lo mismo que en mi profesión, sigo las estaciones, el otoño, la primavera y el verano... así hago también durante mis salidas en bicicleta. La naturaleza es diferente en cada estación dando rienda suelta al placer».